Este excelente artículo fue escrito por el inigualable químico orgánico catalán y ampliamente premiado PereCastells. Castells es colaborador de la revista “Investigación y ciencia”, coordinador científico gastronómico del curso “Science and cooking” en Harvard, responsable
del departamento de investigación gastronómica y científica de la Fundación Alicia y Coordinador de la Unitat UB-Bullipèdia, entre otras.
El artículo fué publicado en la revista Ciencia y Tecnología, Museo de la Confitura del Torrent, Gerona, por Pere Castells como el responsable del departamento de investigación gastronómica y científica de la Fundación Alicia, en la edición de Noviembre 2008.
El artículo fué publicado en la revista Ciencia y Tecnología, Museo de la Confitura del Torrent, Gerona, por Pere Castells como el responsable del departamento de investigación gastronómica y científica de la Fundación Alicia, en la edición de Noviembre 2008.
Anexo este texto de la revista por la importancia, primero del tema, y segundo por quien está escrito. Ojalá pudiéramos disponer de mas información como esta del autor, Pere Castells.
Publicado también en : http://issuu.com/gpicaso/docs/_ciencia_gastronomia_confituras_mermeladas
CIENCIA Y GASTRONOMIA
Museo
De La Confitura Del Torrent, Gerona
Confituras y mermeladas
Azúcares, pectina y ácidos
constituyen los ingredientes básicos para preparar conservas de
frutas, verduras y flores.
Pere Castells
Para los ingleses, una mermelada es una
preparación de cítricos con azúcar; una confitura, la cocción
azucarada de otras frutas. En España los perfiles semánticos de
una y otra quedan más confusos. En el habla popular, las confituras
incluyen trozos de fruta, no así las mermeladas. Pero, en rigor,
la diferencia reside en la elaboración: en la confitura se cuece
la fruta con almíbar y en la mermelada se cuece una mezcla
macerada de fruta y azúcar.
La normativa alimentaria describe la
confitura como una mezcla, con la consistencia gelificada
apropiada, de azúcares y pulpa, puré de frutas o ambos, cuyo contenido en materia seca soluble (equivalente al contenido en azúcares)
es igual o superior al 60 %. Por su parte, la mermelada se define
como un producto preparado por cocción de frutas a las que se han
incorporado azúcares hasta conseguir una consistencia
semilíquida o espesa, cuyo contenido en materia seca soluble debe
situarse entre el 40 y el 60 %. Así pues, es el contenido en
azúcares el factor que delimita la frontera entre confituras y
mermeladas.
En la opinión de Georgina Regàs, del
Museo de la Confitura del Torrent en Gerona, el proceso de
obtención de ambas conservas es prácticamente el mismo. Seguiremos su criterio y emplearemos indistintamente confitura o
mermelada, en el sentido amplio del término. Pero no podemos
adentramos en los secretos de las mermeladas sin referirnos antes al
“triángulo mágico” que constituyen el azúcar, la pectina y
los ácidos.
En la preparación de mermeladas suele
utilizarse azúcar blanco cristalizado. Este hidrato de carbono
corresponde a la sacarosa, un disacárido (cadenas de glucosa y
fructosa). Pueden emplearse también azú- car negro de caña, miel u
otros ingredientes azucarados, si bien alteran demasiado el sabor y
oscurecen el producto final. La utilización de glucosa, fructosa,
azúcar invertido u otros tipos de azúcares queda reservado a
pasteleros expertos y a la industria alimentaria.
La pectina es otro hidrato de carbono,
un polisacárido muy ramificado. En solución acuosa forma geles
(es un hidrocoloide), por lo que sirve de espesante.
La acción de la pectina en la
elaboración de mermeladas está condicionada por la concentración
de azúcar y la acidez. Para que el efecto gelificante sea óptimo,
el pH debe situarse entre 3,2 y 3,8 y el contenido en azúcares
debe ser superior al 40 %. Ese gelificante natural se encuentra en
numerosas frutas: grosella (1,7 %), albaricoque (1 %), ciruela (0,9
%), manzana (0,6 %), fresa (0,5 %) y cereza (0,3 %).
La acidez de la mezcla está
garantizada por los ácidos presentes (cítrico, tartárico y
málico). La mayoría de recetas ofrecen, pues, condiciones adecuadas
para la acción de la pectina (aún así, suele añadirse zumo de
limón para asegurar un pH ácido).
El primer paso consiste en escoger un
buen producto. Lo lavaremos y pelaremos, reservando, si es
necesario, la piel (puede interesarnos para la extracción de
pectina). Si la fruta se oxida con facilidad (manzana, pera,
melocotón, albaricoque, níspero, nectarina), incorporaremos un poco
de zumo de limón al pelarla para evitarlo.
Añadimos luego el azúcar a razón de
500 gramos por cada kilogramo de fruta (cortada y pelada). La
cantidad de azúcar añadido puede modificarse en función del
contenido en azúcares de la fruta: en cerezas, peras, piñas y
melones (que contienen alrededor de un 12 % de azúcares)
reduciremos la cantidad de azúcar añadido; en fresas, frambuesas,
limones y moras (que contienen no más del 7 % en azúcares) la
aumentaremos. Otro factor a tener en cuenta es el grado de maduración de la fruta: cuanto más madura, mayor contenido en azúcares.
Una vez añadido el azúcar a la pulpa,
dejaremos macerar la mezcla durante unas 12 horas. Se producirá
entonces un fenómeno osmótico: para equilibrar concentraciones,
el agua del interior de las células de la fruta saldrá hacia el
exterior, formando un sirope con el azúcar.
Coceremos luego la mezcla a fuego lento, durante unos 15 minutos, para provocar la transmisión de
aromas. Si queremos conservar parte de la fruta fresca, retiraremos
algunos trozos (excepto en el caso de los cítricos). Confitaremos a
fuego fuerte la pasta durante unos 5 minutos, tras los cuales
añadiremos de nuevo la fruta reservada junto con zumo de limón.
La aparición de burbujas indica el final del proceso. Sin embargo, comprobaremos la terminación del
mismo mediante la prueba del plato: al colocar un poco de mermelada
en un plato e inclinarlo, debemos observar que la viscosidad de la
preparación ha aumentado debido a la pectina; una consistencia
demasiado líquida indicará que todavía no hemos llegado al
punto óptimo.
Una vez finalizado el proceso, se
coloca la mermelada en recipientes de cierre hermético y la
pasteurizamos en una olla con agua en ebullición (baño María)
durante 35 minutos. Si cuando llenamos el recipiente observamos
burbujas de aire en la mezcla, añadiremos unas gotas de destilado
(ron, ginebra, vodka), que eliminará las burbujas. Si persisten,
podrían echar a perder la conservación de la mermelada. (El uso de
alcohol no debe preocuparnos, pues se evapora rápidamente).
Esta receta básica puede extenderse a
mezclas de frutas,
verduras y flores. Sin embargo, en estas últimas, al no contener
pectina ni azúcares, habrá que introducir elementos que aporten
pectina (piel de manzana, cítricos) y aumentar la cantidad de azúcar
añadido.
Pere
Castells es el responsable del departamento de investigación
gastronómica y científica de la Fundación Alicia.
INVESTIGACION Y CIENCIA, noviembre,
2008
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